El emprendimiento social y la innovación social se han convertido en pilares fundamentales para el desarrollo sostenible de América Latina y en particular del Perú, un país en el que aún enfrentamos grandes desafíos sociales. En este contexto, el emprendimiento e innovación social emergen como soluciones viables y necesarias, puesto que no sólo buscan generar valor económico sino, sobre todo, valor social y ambiental, abordando desafíos que afectan a poblaciones en situación de vulnerabilidad.
Los emprendimientos sociales son negocios que pueden incluir diferentes estructuras legales, pero cuyo objetivo es crear de manera intencional valor económico y social. A diferencia del emprendimiento tradicional, el emprendimiento social trata la dimensión social como su objetivo principal, mientras que la dimensión económica es, a menudo, un subproducto que permite a la organización ser sostenible. (Andrea Prado, El emprendimiento social en América Latina y el Caribe).
La frase que titula este artículo suele ser una que escuchamos y que tal vez nosotros mismos repetimos constantemente: “La educación nos transforma”, “la educación te cambia la vida”, “la educación es la clave del éxito”, entre otras similares. Y efectivamente lo es, para aquellos quienes logran acceder a una educación mínimamente de calidad, que es aquella que les permite desarrollar las competencias y lograr los aprendizajes que se esperan tanto de la educación básica como de la educación superior.
Sin embargo, en el Perú, pese a que tuvimos algunos años de sostenida mejora de los indicadores educativos, tanto a nivel de cobertura (acceso a la educación) como en logros de aprendizaje; los resultados de la Evaluación Nacional de Logros de Aprendizajes (ENLA) de los últimos años (2018 - 2023) evidencian no sólo un estancamiento en la mejora sino una baja en los logros de aprendizaje en todos las competencias y los niveles educativos que se evalúan. En 2do grado de primaria sólo 36,6% de los estudiantes logra el nivel satisfactorio en lectura y el 11,2% en matemática. En secundaria es más crítica aún la situación, pues sólo el 18,4% de estudiantes de 2do de secundaria logra el nivel satisfactorio en lectura y el 11,3% en matemática. Más lamentable aún es la brecha que existe entre lo urbano y lo rural, ya que, pese a que se ha dado una ligera mejora en el 2023, la brecha sigue siendo enorme. Igualmente, siendo el Perú un país pluricultural y multilingüe, donde cohabitan 55 pueblos originarios que hablan 48 lenguas indígenas, y donde más de un millón de niños, niñas y adolescentes requiere una educación intercultural bilingüe, la brecha entre los que tienen el castellano como lengua materna y los que tienen una lengua originaria o indígena como tal, es enorme, sobre todo en la Amazonía, donde solo el 5,6% de niños y niñas de 4to grado primaria logra el nivel satisfactorio en lectura.
Si cada uno de nosotros se pone a pensar en como la educación que ha recibido le ha transformado la vida, seguro que para muchos de los que están leyendo este artículo ha sido efectivamente la herramienta que les ha permitido terminar la secundaria y acceder a la educación superior, tener una profesión, obtener un buen trabajo, etc. Pero esto no ocurre para muchos peruanos y peruanas, en realidad no es así para la mayoría. Según datos del MINEDU (2022), 3 de cada 10 estudiantes no termina la secundaria (30% a nivel nacional) y en zonas rurales e indígenas de la Amazonía puede llegar a ser hasta 6 de cada 10 (60%). Por su parte, resultados de la ENAHO (2022) dan cuenta de que solo el 30% de estudiantes que termina la secundaria accede a la educación superior, sea técnica o universitaria, y sea pública o privada. Es decir, 7 de cada 10 no logran seguir una carrera después de la educación básica, por lo que miles de adolescentes y jóvenes no logran concretar sus proyectos de vida.
De acuerdo a los informes anuales que realiza la UNESCO sobre seguimiento a la educación en el mundo, América Latina es la región con mayores desigualdades y esto se refleja en la educación que reciben los estudiantes, con grandes brechas entre la educación pública y privada. El Perú es uno de los países con mayor desigualdad, y en el que los que pueden pagar acceden a una educación de mayor calidad.
Pero, ¿por qué no se avanza más en una educación pública de calidad para todos los niños, niñas, adolescentes y jóvenes del país? Por un lado, la fragilidad institucional que caracteriza al Perú pone en riesgo permanente los avances tanto técnicos como normativos y políticos que se han dado en los últimos años. Todas las reformas educativas que tanto esfuerzo costaron, y que poco a poco iban dando algunos frutos en la mejora de la calidad educativa - como la reforma magisterial, la reforma universitaria, la reforma curricular -, han sido afectadas de algún modo en los últimos años y en particular por leyes antireformas emitidas por el congreso y avaladas por un ejecutivo complaciente y cómplice. Por otro lado, se ha perdido el sentido de urgencia y de emergencia en la educación, desde antes y aún después de la pandemia. En efecto, es necesario recuperar el estado de alerta permanente y de priorización en la implementación de las políticas educativas con criterio de equidad, que permitan atender la diversidad del país con pertinencia y acorde a los distintos contextos y escenarios socioculturales y lingüísticos, brindando los recursos que se requieren.
Los niños, niñas, adolescentes y jóvenes de la educación pública, de las zonas urbanas y rurales, indígenas y castellano hablantes, esperan desde hace décadas la educación pertinente y de calidad a la que tienen derecho, esa que debe ser la herramienta transformadora que les permite mejorar sus vidas y les de la oportunidad de cumplir sus sueños y proyectos.
Elena Burga Cabrera
Directora de la DIGEIBIR en el Ministerio de Educación y miembro del consejo estratégico en PerúTeQuiero.